[ = Lo que viene del río ]
Esta obra vinculó dos solos de danza contemporánea que dialogaron para crear un dúo. Abordamos el concepto de territorio desde lo corporal, desde el sentido de pertenencia a un lugar y a la historia personal que nos construye.
¿Cómo nos construyen los recuerdos?
¿Cómo podemos romper la geografía de nuestro cuerpo para expandir los lazos y generar puentes con todo lo que nos rodea?
Creación, concepto e interpretación: Amalia Herrera / Mariana Torres
De niña escuchaba el sonido del mar cuando dormía en la casa de la playa en Uruguay.
Cuando veía la espuma del mar, me imaginaba con un inmenso vestido de mar.
Un vestido que uniera muchos lugares.
Cuando era niña tenía el deseo de pertenecer a un lugar pero no pertenecí.
Esa sed me ha acompañado durante toda mi vida.
Esa sed surge de mi propia fuerza de querer pertenecer a un lugar.
Es una sed de quien está en el desierto y bebe los últimos sorbos de agua de una cantimplora y la sed vuelve, y vuelvo a caminar.
– Adaptación del texto de “La soledad de no pertenecer” de Clarice Lispector (BR)
Me siento migrante por elección y esta idea se hizo más clara durante una residencia artística primero en Pamplona, España y luego en Dublín donde trabajamos el tema de la migración.
Partí de la inquietud, ganas de acercarnos a las distintas geografías que recorremos con la idea de rebelar los recuerdos que nos construyen como el tiempo construye estas geografías.
¿Cómo imaginamos nuestras raíces? ¿móviles, adaptables, creando su propio camino como el agua? Esa búsqueda me conectó con historias de personas que tienen ese sentimiento de pertenencia móvil, asociada a diferentes territorios y no solo al lugar donde nacieron.
Amalia Herrera
A veces, creo que mi cuerpo está hecho de historias y agua.
Mis historias, historias que finalmente se mojaron, desaparecieron, se transformaron y se transmitieron.
Historias que se iban tejiendo en múltiples direcciones de la memoria.
Son las abuelas, los padres, las hermanas de sangre y las que no, las primas y tías, vienen con las historias del campo y viajan con las aguas que atraviesan los mundos.
Así es como te golpea la memoria. A su manera, te destroza y te desarma.
La convocas o cuando no estás preparada te inundará.
El territorio de mi cuerpo es infinito, como mi deseo de ser parte del mundo en el que vivo. no puedo aislarme. No soy un hecho. No estoy aislada.
– Mariana Torres